La desafiante respuesta de Theresa May, cree que ha ganado a Bruselas (hasta que el Brexit golpe de nuevo).

La líder de los conservadores da un paso más en el Brexit y contraataca con la presentación del llamado "plan B".
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La obsesiva búsqueda del Brexit por parte del partido político liderado por Theresa May, a la cual la mayoría de Europa es contraria, se está convirtiendo en un patrón reiterativo que tiene por fin conseguir el acuerdo más beneficioso con tal de acallar las voces que piden su supresión.


Theresa May consiguió el pasado martes 29 de Enero el apoyo mínimo por parte de los extremistas (euroescépticos) del Partido Conservador y el Democrático Unionista norirlandés (DUP) para llevar a cabo el acuerdo definitivo con Bruselas, con la condición de que el convenio logrado no incluyese la regulación del “backstop” la cual perjudicaría duramente a la frontera entre Irlanda y el territorio británico de Irlanda del Norte. A causa de ello la primera ministra confía en haber logrado un importante avance pese a que la posibilidad de que llegue a buen puerto ha sido descartada ya por la Unión Europea de la misma manera que todos los intentos anteriores por parte de la unidad tory de evitar las alarmantes consecuencias del Brexit.


Muchos de los parlamentarios (298) llevaron a cabo el pasado martes una intervención en la que se propuso que el Gobierno abandonará el control y las negociaciones del Brexit, pese a haber consecuencias como el retraso de la fecha de la salida, pues el gran problema que había y la pérdida de control que suponía requerían medidas drásticas tales como esa. Sin embargo, la mayoría de la Cámara rechazó esa intervención pues podría provocar una salida sin acuerdo o incluso podría parecer un complot para acabar con el Brexit.


Los principales promotores de esta enmienda, Yvette Cooper y Nick Boles, se defendieron argumentando que el único fin de la propuesta era una salida ordenada que asegurara un buen futuro a Inglaterra. Sin embargo, la Cámara no está polarizada, pues además de haber ideas como las de los anteriormente mencionados, también se da el caso de proeuropeos que rechazan las devastadoras ideas de Jacob Rees-Mogg pero que sin embargo no son contrarios a las cepas más blandas del Brexit.


El tory, defensor del Brexit, ha desarrollado una manera de seguir adelante con el Brexit, la cual ha sido apoyada por la gran mayoría de parlamentarios, desde los más conservadores hasta los brexiters más duros. Ya que este compromiso, llamado Malthouse, a hecho que muchas de las esperanzas de los Brexistas se depositen en él, como parche que ayudará al Brexit a mantenerse con vida, y retrasará los enfrentamientos entre los conservadores.


Este compromiso incluiría el decreto firmado entre Irlanda del Norte y el resto de la isla con el fin de debilitar la frontera. Y en el caso de que no llegase a producirse, y el acuerdo se descartase, el periodo de separación no se detendría y se continuaria tal y como estaba previsto según las reglas de la Organización Mundial del Comercio.

Sin embargo el Malthouse no es tan diferente a las ideas propuestas anteriormente por los firmes defensores del Brexit. Con lo cual, pensar que la estrategia convencional de mostrar desprecio por los tratados y por la lógica económica -la utilizada por los Brexiters para enfrentarse a Bruselas y conseguir todos los beneficios esperados- es un farol, no es una idea tan descabellada.


Este fanatismo euroescéptico, no es sino un sinónimo de estupidez e incoherencia por parte de May. Ya que la poca vergüenza de la primera ministra alcanza límites insospechables como el de tener plena conciencia de que ese plan está destinado a fracasar y confiar en que, cuando eso ocurra, toda la responsabilidad recaerá en Bruselas y en su inflexibilidad con respecto a el caótico proceso. 


               (Manifestación contra el Brexit, Londres 10 de Octubre de 2018).


May sigue actuando egoístamente con el fin de satisfacer las necesidades del Partido Conservador sin tener en cuenta a Europa y mucho menos al pueblo Británico. Al cual pretende engañar borrando la memoria de los seguidores conservadores sobre los catastróficos resultado de las anteriores negociaciones y a su vez tratando de obtener un acuerdo “justo” con Bruselas.


Esa insistencia ha conseguido desquiciar a los líderes de los demás países Europeos, casi más que el simple hecho de que el Brexit saliera adelante. Pues a pesar de que el euroescepticismo fuese evidente, ya que se puso de manifiesto en más de una ocasión la insistencia de extirpar a Gran Bretaña de la Unión Europea, la marcha de una de las mayores potencias de la UE, no hacía gracia. 


Dos de los líderes más importantes de la cámara, Angela Merkel y Emmanuel Macron, daban por hecho que la primera ministra Británica, se centraría en buscar acuerdos y soluciones lo más parecidos posibles a la fantasiosa idea que habían imaginado como Brexit. Sin embargo una dosis de realidad les cayó como un jarro de agua fría al ver que el estilo suave de May complacía a todos sin llegar a ningún acuerdo, lo cual supondría un desequilibrio para la economía Europea. Pero a la primera ministra le costó darse cuenta de que toda la estructura se desviaba salvajemente del rumbo establecido, y eso enfadó a los parlamentarios.


Asimismo, la visión de la gente de fuera es totalmente opuesta, pues no se tragan esa excusa barata de que Gran Bretaña se convertirá en bastión de la sobriedad política. En su lugar, ven las verdaderas consecuencias de la crisis, las cuales los diputados han intentado esconder mediante peleas por enmiendas a mociones que desviarían la atención del verdadero problema. Sin saber cómo gestionar esa situación, May, continua invitando a sus diputados a votar contra lo que ella ha acordado en Bruselas para así volver y pedir lo que realmente desean pero saben que será tajantemente rechazado.


El miedo de muchos de los diputados a ser juzgados como antiBrexistas, les frena a decir lo que realmente la mayoría de ellos ya ha notado: el Brexit debe ser anulado. Esa es la opinión que todos nuestros amigos y vecinos continentales sostienen, el verdadero problema que ha causado un derrumbe político en Europa no es el intento de acuerdo, ni el famoso backstop es el Brexit, por mucho que los euroescépticos intenten esconderlo.


El Brexit es la verdadera droga mala que está perjudicando a Europa. Necesitamos un camino de recuperación que suponga la cancelación de esa incomprensible idea y no seguir en la insistente búsqueda de May de una dosis más fuerte que satisfaga a corto plazo a los ilusos que todavía lo defienden. 


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